El aburrimiento tiene beneficios en los niños

L'avorriment té beneficis en els nens- Pares i Nens

Se trata de un titular que puede sonar bastante extraño... lo he entendido bien? Estáis diciendo que hace falta que los niños se aburran? Pues sí.

Vivimos una época donde lo "no hacer nada" está muy mal valorado. Nuestra capacidad profesional o personal (e incluso nuestro éxito) se encuentra a menudo ligado en el concepto de tener muchas cosas a hacer... de no tener tiempo. No hablamos de trabajo, sino de "tener cosas a hacer" aunque sean relacionadas con el ocio. Pocas son las veces que no sabemos qué hacer o que tenemos un día totalmente "vacío" de responsabilidades. Esta situación de dudosa salubridad que vivimos los adultos, la traspasamos inconscientemente en nuestros niños. Y sin querer los estamos dando también un mensaje erróneo: aburrirse es muy malo.

Si nos paramos a observar, además, como viven también nuestros hijos, veremos que viven muy parecido en nosotros. Van todos los días a la escuela, salen y hacen actividades extraescolares, deberes, baño o ducha, cenar, etc... estàn muy ocupados y tienen muy poco tiempo para jugar, por desconectar, por inclús tener un espacio de tranquilidad con nosotros y hablar de cómo se los ha ido el día. Están aprendiendo a hacer y recibir con mucha rapidez, a vivir rápido, a encontrar gratificaciones de manera rápida y por lo tanto, en general, tienen un bajo nivel de tolerancia a la frustración, precisamente por esta inmediatez en la que viven.

Por lo tanto, por un lado, tolerarán muy mal no tener nada a hacer o nada en qué jugar o con quién jugar. Tolerarán muy mal el aburrimiento porque están muy acostumbrados a que cuando piden nuestra atención se los damos enseguida, por eso, cuando detectan un mínimo de aburrimiento rápidamente cogen la mesita, la Play, etc...

En estos casos, todavía es más necesario entrenar nuestros hijos en la tolerancia al aburrimiento. Quizás os preguntáis por qué? Por qué es necesario el aburrimiento? Y qué son sus beneficios?

Heather Lench, de la Universidad de Texas, explica que el aburrimiento se encuentra detrás de una de las características nuestras más importantes, la CURIOSIDAD. El aburrimiento evita que caigamos siempre en el mismo y nos impulsa a ponernos nuevas metas, a explorar nuevos horizontes y nuevas ideas. Incrementa la motivación y la creatividad, trayendo a la mente a deambular, pensando en formas asociativas y creativas.

Como sociedad valoramos la innovación, las ideas disruptives y las expresiones artísticas, es a decir, aquello que se aleja de lo convencional y que es fruto de la creatividad. Cuando el niño se aburre conecta con él mismo, rompe con las actividades dirigidas, se suelta... Si un niño se aburre y nadie le dice qué hacer, él mismo acabará encontrando una forma de entretenerse y a menudo implicará su imaginación. Además, aburrirse permitirá que experimente una nueva sensación, que aprenda a convivir y saque provecho. A buen seguro, lo ayudará a vivir una vida más relajada, a ser más tolerante y a lidiar con otros sentimientos como la frustración o la impaciencia .

Por último, hay que diferenciar entre tener ratos de aburrimiento, que es bueno por todo el que hemos explicado, con un estilo de vida sin estímulos. En el caso de los jóvenes adolescentes por ejemplo, tenemos que estar alerta, porque una vida sin estímulos (amigos, aficiones, etc...) podría conduïr a un aburrimiento continutat muy negativo que a la vegada podría abocar a produïr conductas de riesgo para matar el aburrimiento, como el consumo de drogas, alcohol o actividades de alto riesgo que son activadores de adrenalina.

John Eastwood, de la Universidad York (Canadá) dijo:

"Vivimos en una sociedad dominada por la tecnología, en la que estamos demasiado estimulados (...) Esto nos pone en un tipo de cinta para correr: nos la pasamos esperando cosas que revivan nuestra curiosidad cada vez más fáciles y más rápidas. Pero es posible que esto nos cause, en realidad, más aburrimiento".

Tampoco se trata ahora de que provocamos el aburrimiento en nuestros niños y niñas de manera activa, pero hay que dejar atrás la idea de que hay que llenarlos la agenda para hacerlos felices. Os proponemos un pequeño ejercicio: dejáis por unos días de programar el ocio de los niños, dejáis espacio para que estén sólo y sin actividades y obviamente desconectáis selectivamente las pantallas que nos rodean a todas horas... y observáis, a ver qué pasa....