Vivir el confinamiento con una salud emocional de hierro

Las propuestas van dirigidas a madres y padres de niños y niñas de 4 a 10 años con el objetivo de crear un clima de bienestar emocional, intelectual y físico

El largo confinamiento hace que los padres y madres que viven el día a día en casa con sus hijos, se les acaben las ideas de las actividades para hacer en casa con los niños. Para ayudar en esta tarea el psicopedagogo y profesor Enric Valle Vilardell ha elaborado una guía basada en su propia experiencia con sus hijos. Barrio explica que en casa han "experimentado diferentes estados emocionales pasando de extremo a extremo hasta que, por fin, hemos encontrado un bienestar que estructura la mayoría de ratos de nuestra convivencia".

Las propuestas van dirigidas a madres y padres de niños y niñas de 4 a 10 años con el objetivo de crear un clima de bienestar emocional, intelectual y físico. Primero se tiene que hacer un horario de trabajo para asegurar que durante estos días seguimos y respetamos un orden que ayudará a crecer en responsabilidad y autonomía. A la hora de hacer el horario se tiene que pactar con el niño o niña. El horario tiene que incluir:

1. Ratos de trabajo académico: En estas edades no tendría que durar una tarea más de 35, 40 minutos. Una vez finaliza se debe romper la rutina y cambiar por una actividad lúdica, manipulativa o que implique, por ejemplo, el uso de algún dispositivo electrónico. Realizar durante el día dos o tres tareas de diferentes asignaturas como mucho.

2. Pantallas y videojuegos: No tenemos que caer en el error de dejar a nuestro hijo o hija expuesto a las pantallas demasiado rato. Más de 30/45 minutos al día es excesivo, a pesar de que estos días es algo difícil controlar este aspecto por la gran cantidad de horas que se pasan en casa. Por eso es importante que los educamos en este aspecto y así favorecemos el desarrollo creativo potenciando la imaginación y el juego simbólico.

3. Actividad física: Dedicar siempre un rato al día a realizar actividad física. A pesar de ser consciente que no todas las familias disponéis de un espacio apropiado para realizar actividades físicas de gran recorrido, os propongo habilitar una habitación, pasillo o terraza para poder saltar, arrastrar­nos, perseguir­nos o jugar a la charranca. Además actividades como el yoga requieren de un espacio no demasiado amplio. Si es necesario, os recomiendo que cambiéis la distribución de los espacios en casa, sé que puede ser un rompecabezas, pero vuestros hijos lo agradecerán.

4. Abrir un espacio a las manualidades y la música: Muy importante para la salud mental de nuestros pequeños y la nuestra. Pasarlo bien creando es algo que ejercita el cerebro, la música, las actividades plásticas, la pintura, las maquetas o el dibujo favorecen los procesos psicológicos básicos como la concentración, la atención y la memoria, así también incidimos en competencias personales como la colaboración y el consenso a partir del diálogo. Importando fomentar durante estos ratos la escuela activa provocando mediante preguntas las respuestas y opiniones de nuestros hijos tratando diferentes aspectos del día a día. Esta actividad desarrolla el espíritu crítico y la reflexión.

5. La importancia de la lectura: Tenéis que dedicar cada día un rato a crear una dinámica para fomentar la lectura. La propuesta más eficaz es la lectura en familia, vuestro hijo o hija elige un libro que le guste y vamos leyendo una parte cada uno de los miembros de la familia que realizamos la actividad. Además, después de que cada miembro haya leído su parte podemos hacer preguntas a nuestro hijo o hija en referencia al qué ha entendido, ¿Por qué cree que pasa aquella situación? ¿Cómo se ha generado y como cree que acabará? Trabajando la comprensión, la contextualización y conexión con situaciones conocidas y la predicción de hechos a partir de la experiencia o el desarrollo de la imaginación.

6. Juegos de mesa o con familia: Hace falta que sean juegos adecuados a la edad de vuestro hijo o hija, jugar a cartas, a los dados o a esconder objetos por casa son actividades muy simples pero con gancho. El objetivo final será compartir un rato de gran carga emocional con nuestros hijos, sonrisas, complicidades y a veces algún que otro enojo que habrá que atacar no dejándolo pasar si es desproporcionado. Estas actividades son muy ricas a la hora de gestionar frustraciones que aparecen al no conseguir el objetivo propuesto. Tenemos que pensar que nuestros hijos en esta edad están en una fase de desarrollo donde el egoísmo está muy presente a la hora de relacionarse con los otros, es por eso que cuando juegan ellos compiten y no entienden el juego como una actividad lúdica donde a veces se gana y muchas se pierde, sobre todo si los otros participantes son más diestros o expertos. No lo dejáis ganar siempre, no es bueno por él, tampoco permitís que siempre pierda pero sobre todo no lo engañéis, si veis que un juego es demasiado complicado para ellos buscar otro donde consiga experimentar la sensación de éxito, ganar favorece la construcción de un autoconcepto positivo, siempre que esté precedido de esfuerzo intelectual o físico. Las victorias fáciles no se valoran o alimentan la vanidad.

7. El juego que no da la cocina: También podéis incluir en el horario los menús de las comidas y así planificar bien las compras y la frecuencia de salir a comprar. No tendríamos que dar mensajes contradictorios a nuestros hijos, decir por ejemplo que ellos no pueden salir a la calle porque es peligroso para nuestra salud y en cambio, hacer­lo nosotros cada día hace que nuestro mensaje no tenga fuerza y perdemos credibilidad. En educación hacer aquello que dices y además con convencimiento es una píldora educativa infalible. Planificar las comidas puede animar­los a participar en su creación y de verdad que hay niños y niñas que se lo pasan pipa cocinando porque se sienten útiles y comparten con la madre y el padre un rato de calidad emocional. Animarlos a desarrollar la curiosidad buscando recetas, proponiendo nuevos platos o incluyente ingredientes, descubrir a Ferran Adrià y a Carme Ruscalleda del futuro.

8. 'Padre/madre no hay cortijo que dos': Haced vídeos, donde representáis una mini obra teatral, expliquéis chistes o hagáis alguna actividad que os aporte un bienestar. Jugar a una guerra de almohadas, a esconderse, a tenis mesa en el comedor o al fútbol al pasillo, juegos prohibidos quizás hasta ahora pero necesarios en estos momentos. Grabar­los y revisar­los todos juntos os aportará ratos divertidos, risas compartidas, comentarios con ingenio y os despertará la vena artística del director de cine que tenéis dentro. 


9. Tareas domésticas: No olvidéis estos días a reforzar las tareas domésticas, hábitos personales y de convivencia saludables. Crear un hábito requiere de los siguientes pasos:

  • Querer crearlo, por necesidad o convencimiento.
  • Ser capaz de hacer­lo
  • Ser constante en el tiempo
  • Finalmente realizar­lo de manera automática adaptándolo a nuestra manera de ser y actuar.

Así pues insistís en los hábitos iniciales que nos abrirán las puertas a adquirir otros comportamientos de orden personal más complejos. Los hábitos primarios para los niños son:

  • Ser responsables de sus cosas, juguetes, ropa... Una vez acaban de jugar se debe recoger, siendo necesario definir el concepto recoger. Recoger no es cambiar las cosas de lugar, recoger es dejar­las a su lugar, donde estaban antes de empezar a jugar, puesto que es el espacio acordado para mantener un orden general establecido. En cuanto a la ropa igual, o se pone al cesto de lavar o en el armario.
  • Poner y recoger la mesa, muy importante porque al contrario del primer punto este es un hábito de servicio hacia los otros y fomenta la empatía y el espíritu de servicio.
  • Hacer la cama, innegociable. "Según cuenta lo escritor Charles Duhigg en su libro El poder de los hábitos, las personas que hacen la cama cada mañana son más productivas, tienen una mayor sensación de bienestar y son más hábiles a la hora de ajustarse a un presupuesto". Además son menos perezosas a la hora de realizar tareas y no dejan trabajo para más tarde, solo por eso vale la pena insistir. Para conseguirlo, hace falta que los padres cada mañana también hagamos nuestra cama.

Todos estos hábitos requerirán en un inicio nuestra supervisión y paciencia, no se trata de hacerlo perfecto desde el primer día, vale hacer­lo y cada día ir perfeccionado la técnica. Importante: Si no se estima la tarea no se crea el hábito. Esto quiere decir que hace falta que los niños entiendan los beneficios de hacer aquello que están haciendo. Por eso es necesario que los reforcemos positivamente y les hagamos tomar conciencia que aquello que hacen los beneficia a ellos y a los otros miembros de la familia, creando un bienestar general.

10. Mirar películas con familia: Es algo que durante estos días hacemos todos, es importando el antes, el durante y el después de esta actividad. El antes: Hay que elegir la película de manera consensuada y amable, sin originar una crisis familiar. Para ello hay que poner encima la mesa diversas opciones y valorar cuál es la mejor. Os propongo seguir el criterio democrático o recurrir a el azar y sacar papelitos, cosa que hará este rato emocionante y esperamos que divertido. Una vez escogida la película, vuestro hijo entra en un ataque de ira porque no ha salido la que él quería, os recomiendo seguir los siguientes pasos:

  • Estabilizarlo, pedir­le que se siente en un espacio cómodo y con un tono de voz tranquilo pero seguro pedirle que escuche. Este momento es una oportunidad de oro para poder educar a partir del ejemplo utilizando las palabras GRACIAS, POR FAVOR, PERDÓN Y FELICIDADES. Le tenéis que decir que las cosas no siempre saldrán como él quiere y recordarle alguna vez que sucedió algo pareciendo y dónde finalmente se lo acabó pasando bien. Si no reacciona y sigue enfadado o enrabiado, hace falta que paséis al segundo paso:
  • Verbalizar que el resto de miembros de la familia quiere empezar a ver la película y él no los deja, a la madre y el padre les haría mucha ilusión ver­la todos juntos, pero esto dependerá de él y de la capacidad de regular sus emociones.
  • Preguntarle cómo se siente y que es concretamente lo que le hace estar de aquella manera, si se capaz de verbalizar lo que siente estaréis muy cerca de "desconectarlo" y llevarlo a un estado de calma reflexiva. Cuando verbalice lo que siente hace falta que aprovecháis esta oportunidad para felicitarlo y explicar­le que a veces vosotros también sentís rabia, tristeza o impotencia ante situaciones. Es un momento perfecto para romper la dinámica con una frase creativa que sea recurrente como por ejemplo: Ya sabes que mamá se enfada mucho con el papa cuándo... Si puede ser utilizar un caso que sea conocido por todos y se pueda hacer un poco broma con él.
  • El Durante: Aconsejo disfrutar de la película y no invertir este tiempo en realizar reflexiones o preguntas. Es un buen momento para favorecer comportamientos atencionales y relacionados con la concentración que favorecerán la captación de los detalles a veces que pasan desapercibidos. Hacer algún comentario será algo positivo, oro puro si además sacamos punta con humor.
  • El Después: Si disponemos de una memoria saludable podremos recordar momentos de la película o situaciones que nos conduzcan a incidir en situaciones cercanas vividas, estas transiciones de la ficción a nuestra realidad permitirán abordar temas sin un nivel de implicación emocional tan elevado, ofreciéndonos una distancia saludable para todos. Incidir en las actitudes de los personajes, sus creencias, así como opiniones...

Podemos buscar aquellos momentos de la trama con mayor carga emocional y descifrar las actitudes relacionadas con la alegría, la tristeza, la rabia, el miedo... Guiar la dinámica con preguntas abiertas:

  • ¿Por qué cruces que se siendo así?
  • ¿Qué harías tú a su lugar?
  • Si tuviera que actuar de otro modo qué pasos tendría que haber seguido.
  • ¿Es necesario a veces sentir­se triste?
  • ¿Cuándo te sientes triste? ¿Cuándo tienes miedo qué te tranquiliza?
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