Educar a los niños en su autonomía

El refuerzo le servirá como estímulo para continuar, sobre todo cuando empieza a intentarlo

Muchas veces nos falta tiempo cuando los niños todavía son pequeños y tenemos que ayudarlos absolutamente en todo. Es importante ir enseñándolos a hacer las cosas por sí mismos, no sólo para desahogar las tareas a los padres, sino porque se valgan por sí mismos. El aprendizaje de la autonomía depende de dos cuestiones: del grado de madurez del niño y de la disposición de los padres a enseñarles. Esta segunda es la más importante de las dos porque es la única que podemos controlar.

Tenemos que enseñarle a vestirse, a lavarse los dientes de manera correcta, a ducharse, a recoger sus cosas, a atarse los zapatos... Hay muchas cosas que enseñan en la escuela, pero hay otras que es nuestra misión como padres. Existen dos extremos en la hora de educar la autonomía, igual de perjudiciales:

  • Los padres que tienden a acelerar el ritmo de independencia de su hijo y quieren que lo haga todo el antes posible. Esto puede ser contraproducente si no tiene el grado de madurez adecuado, puesto que exigirlos por encima de sus capacidades puede hacerlos torpes, cuando sólo precisan más tiempo para empezar a hacer estas tareas.
  • Los que tienden a hacerle todo a sus hijos, incluso a edades en las cuales ya podrían hacerlo. Es un error sobreproteger. Es necesario dejarlos que lo intenten, que se equivoquen y que aprendan de sus propios errores.

Para educarlos en la autonomía, es necesario dedicarles tiempo a enseñarles un orden y unas rutinas con el fin de que aprendan que el orden es adecuado para una vida sana. También enseñarle cosas para las cuales ya están preparados, mostrar confianza en él, puesto que es un niño y hay que darle un margen y reforzarlos sobre todo al principio, cuando lo están intentando.