La alimentación es una de las principales preocupaciones de los padres. Que los niños coman equilibradamente, saludablemente y la cantidad adecuada es uno de los principales dolor de cabeza de padres y madres. Pero ¿qué pasa cuando nuestros hilos no quieren comer? La respuesta es fácil los padres tienen que hacer trabajo y no decaer. Y es que los progenitores pueden educar en los hábitos alimentarios.
- Comer en familia: Comer en familia ayuda que los hábitos se estén por la mesa. Así se aprende de los hábitos alimentarios de los adultos.
- Comer en un entorno agradable: El momento de comer tiene que ser agradable, por el que evitaremos que la hora de la ingesta esté condicionada por el castigo, si no se acaba el plato.
- Impulsa la autonomía del niño: Anímalo que ayuda a cocinar, a parar mesa, a que se ponga él mismo y que decida si se pone más del primero que del segundo.
- Cambia su percepción de las cantidades: En un plato grande pone la cantidad de comer necesaria según su edad. Esto hará que el niño perciba que hay poca cantidad de comer en su plato.
- Alimentación equilibrada: Desde el primer momento se tiene que ofrecer todos los alimentos a los niños para acostumbrar a la textura, los gustos, los colores... El éxito viene de una alimentación variada y saludable.
- Aquello que necesita: Un estómago de un niño no es el de un adulto, por el que no pueden comer la misma cantidad que una madre o un padre. Por eso ellos tienen que decidir la cantidad de comer que necesita para satisfacerse.